martes, 4 de febrero de 2014

El magisterio espiritual




“El verdadero maestro es aquel que puede sumar todas sus energías a la tendencia del discípulo. Sin verdadera simpatía nunca podremos enseñar bien. Desechad el concepto de que el hombre es un ser responsable; sólo el hombre perfecto es responsable. Los ignorantes bebieron la copa de la ilusión hasta agotarla y no están en su sano juicio. No sientas sino amor hacia ellos y tratad de descubrir la enfermedad que les ha hecho ver al mundo de manera tan errónea; ayudadles luego a curarse y a ver con rectitud. Recordad siempre que sólo los libres poseen libre albedrío; los demás están esclavizados y no son responsables de lo que hacen. La voluntad, como tal, está ligada. El agua producida al derretirse la nieve en la cumbre de los Himalayas es libre, pero al convertirse en río queda cautiva en el cauce; sin embargo, el impulso original la lleva al océano, donde recobra su libertad. Primero se produce la ‘caída del hombre’ y luego sobreviene ‘la resurrección’. Ni un solo átomo hallará reposo hasta que encuentre su libertad”[1]

El hombre libre es aquel que se determina a sí mismo desde dentro. Pero la naturaleza del hombre es en sí misma compleja y sus impulsos son contradictorios. ¿Cómo entenderemos, entonces, la libertad? Existe una servidumbre interna tanto más atroz que cualquier otra impuesta. Cadenas encubiertas y adornadas por el velo de la ilusión y, aún más, deseadas y veneradas. La libertad es antes una exigencia que un derecho. Pretender que el hombre nace libre es una pretensión pueril a la par de vana, un sortilegio intelectual, como aquel que atribuye libertad a la piedra arrojada porque no encuentra obstáculos externos en la trayectoria que diseña su parábola.

La inteligencia es un instrumento desarrollado gradualmente en el proceso evolutivo que ajusta medios a fines. Los fines los da la propia naturaleza; la inteligencia los percibe por medio de la sensibilidad y diseña mediadores subjetivos que nos permiten operar más efectivamente con los objetos de la realidad. La inteligencia por sí misma no abre las puertas del alma ni liberta de las cadenas que la sujetan, antes bien, la encubre o la niega. Primero viene el deseo, ella expresa y direcciona la tendencia. La cualidad y la potencia del intelecto se diseñan en función de las tendencias, las cuales encuentran, de este modo, un medio adecuado de satisfacción. Por eso, por sus frutos los conoceréis, porque nadie puede saltar más allá de su propia sombra, ni reconocer los colores si no tiene ojos ni hay luz como para poder ver. 
Oculta en las entrañas de la pequeña semilla se encuentra el árbol inmenso. Pero toda actualización de una potencia involucra tanto la virtualidad subsistente en acto como un medio adecuado de desarrollo. La sociedad, en este punto, configura el marco del crecimiento. Y es sintomático de la patología estructural de la época el escaso desarrollo de nuestras potencias interiores. Las personalidades se debilitan y pierden contorno. La potencia preexiste en el acto, mas muy escasamente se presenta la ocasión del desarrollo. Entonces sobreviene, sin más, el aborto: la muerte antes del nacimiento, antes de percibir, en las entrañas de uno mismo, el crecimiento misterioso de algo que, siendo inmenso, nunca llega a manifestarse (ni siquiera para uno mismo).
El academicismo con su crítica estéril y erudita, junto a la especialización, representan hoy dos síntomas, por demás claros, de la falta de contenido espiritual de la época. La modalidad académica permite hablar, producir eternamente…, sin tener la capacidad de crear auténticamente. La dinámica de despliegue (que actualmente se da casi exclusivamente en el ámbito horizontal) agota las potencias del espíritu (que requiere elevarse sobre un ámbito vertical) en un desarrollo obturado. La esterilidad oculta su insuficiencia genésica en un método formal sin contenido sustantivo, y la pobreza interior de sus esbirros, con la altivez del plebeyo advenedizo.

“Observad: Ni uno solo de los grandes maestros se ha detenido a dar tan variadas explicaciones de los textos, ni intentó jamás torturarlos para tergiversarlos, ni dijo ‘este término significa tal cosa y ésta es la relación filológica entre este vocablo y aquel otro´. Si estudiáis a todos los grandes maestros que hubo en el mundo, veréis que ninguno de ellos procede de esa manera. Y, sin embargo, ellos enseñaron, mientras que otros que nada tienen que enseñar, toman una palabra y escriben una obra en tres volúmenes sobre su origen y su uso. Como acostumbraba a decir mi maestro, ¿qué pensaríais de quienes penetrasen en una plantación de mangos y se ocupasen en contar las hojas, observar su color, comparar el tamaño de las ramas, mirar de cerca los brotes, etc., mientras que sólo uno tuviese la sensatez de comenzar a comer los frutos? Dejad, pues, a otros el recuento de las hojas y de las ramas. Esa tarea posee su valor local, pero no aquí, en el reino espiritual; no puede conferir espiritualidad, ni encontraréis gigantes espirituales entre esos ‘cuenta hojas’”[2]



La razón pura es un soporte formal que requiere, para trabajar, de un contenido experimental. Esclarece lo que se da; pero, donde no hay percepción, no hay (ni puede haber) contenido ni claridad. Para formularse una idea precisa de algo –nos recordaba Hume en la formulación del principio fundamental del Empirismo– es necesario antes tener una impresión previa. La inteligencia no supera el marco de la impresión en tanto construye sobre su base. No puede tener otra. No puede formarse el ciego la idea del color ni el sordo la del sonido. Para comprender se necesita experimentar. Se habla de lo que no se sabe y se malgastan las inteligencias en pretender comprender lo que no se vislumbra. ¿Qué pueden saber, finalmente, del espíritu todos esos tullidos? La profundidad se adivina tras el velo de su forma y revela el contenido en el jugo de su médula.
La destrucción de la tradición de educación discipular fue una de las causas del decaimiento de Occidente. El mundo moderno conforma las individualidades en un molde estandarizado y superficial. Pero el maestro es quien, adaptando el método a la materia, modela la forma. Extrae la potencia de la sustancia, así como el físico nuclear extrae la energía oculta que contiene el átomo inmensamente pequeño. Para entender hay que ser receptivo; pero, por lo demás, solo se experimenta por contacto del estímulo con los canales receptivos adecuados. Deben abrirse los ojos del espíritu. Solo entonces podremos ver nuestras colosales potencialidades conjuntamente a la abyección del estado en que hoy nos encontramos.
El maestro enseña no por su habla, sino por su contacto. Nadie puede percibir en las cosas más que aquello que lleva consigo. Esta ley expresa una gran justicia: nadie puede enseñar más de lo que conoce. Y nadie conoce más de lo que puede percibir. ¿Qué puede decirnos de la libertad aquel que, en su esencia, es un esclavo? Sin libertad no hay profundidad, solo apariencia. Sin realización no hay verdad. “El hábito ocre del Sannyasin es la vestimenta de los liberados”. Sin libertad no hay pureza, sin pureza no hay maestro porque no hay contenido a transmitir; sin realización no hay realidad. El hombre debe revestirse a sí mismo de una nueva substancialidad y hacerse merecedor, en su liberación, de su postergada humanidad.

“La segunda condición que necesita el instructor es el estar exento de pecado. Cierta vez un amigo me preguntó en Inglaterra: ‘¿por qué hemos de tomar en cuenta la personalidad de un maestro?... sólo debemos juzgar lo que dice y aprovecharlo.’ No es así, si alguien desea enseñarme dinámica, química, o cualquier otra ciencia física, puede hacerlo aunque sea un tunante, porque las ciencias físicas sólo requieren conocimientos intelectuales, que dependen de la potencialidad del intelecto; se puede poseer gigantesca intelectualidad sin el menor desarrollo del alma. Pero cosa muy distinta ocurre con lo espiritual; no puede en absoluto brillar la luz de la espiritualidad en un alma impura. ¿Qué podría enseñarnos un ser impuro si nada sabe?”.[3]



[1] Swami Vivekananda
[2] Op. Cit.
[3] Op. Cit.